viernes, 27 de febrero de 2015

La noche de Cali, o el viaje a la raíz del mito

MEDARDO ARIAS SATIZABAL
Publicación original EL PAÍS CALI

Llegar a Cali desde Buenaventura a fines de los 60 para ver un clásico entre Cali y Millonarios, implicaba seis horas de viaje -si no había derrumbes en la carretera- con dos paradas obligatorias; una en El Queremal, y otra en el kilómetro 30. El viaje en tren, con parada en La Cumbre, tomaba doce horas, si no había descarrilamientos. La estación de El Queremal se llamaba El Crucero y se llegaba a ella después de bordear abismos de brumas donde espantaban las cruces de los camioneros muertos. Alguna vez en México el poeta Álvaro Mutis me confesó su odisea en estos andurriales cuando, como representante de Siniestros de una compañía de seguros, debió llegar hasta ahí para sacar con lazos, desde un despeñadero, a un hombre que decidió orinar a la vera del camino y terminó al fondo de una montaña pidiendo auxilio. Había dado un mal paso.

El Queremal era eso, una estación a la madrugada, con su perfume de quereme, café recién colado, pandebono y piñuelas. Los costeños del Pacífico empezábamos ahí a sentir frío y era menester traer siempre un sweater "para bajarse en El Queremal". El Crucero tenía un traganíquel Wurlitzer iluminado como un globo de feria, y estaba, indefectiblemente, moliendo ‘Noches de Hungría’, el bolero ‘Cuánto te debo’ o una canción que pedía ‘cinco centavitos de felicidad’. Atrás habían quedado las cascadas que caían sobre los buses y obligaban a cerrar las ventanillas, y ‘El Treinta’, con sus terneros recién madrugados pastando cerca a la cola de los caballos.

Cali se anunciaba con los avisos que en piedras blancas alguien había dibujado en las montañas; ‘Gevaert’, ‘Agfa’, ‘Casa Baca’, ‘Croydon’. La estación estaba en pleno centro, frente a La Ermita. Mi padre nos había llevado hasta el Hotel Aristi para saludar personalmente a ‘Maravillita’ Lima. Aquel saludo, autógrafo incluido, valió para un año de referencias escolares. En el colegio del Puerto, nadie podía creer que había saludado de mano a aquel monstruo de las canchas. Yo estaba ufano por ello, y más cuando Millonarios saltó a la cancha del barrio San Fernando, y escuché un traqueteo de pólvora que anunció la salida, también, del Deportivo Cali. ‘!Perros!’, gritaban en la tribuna los hinchas del Millonarios; mi padre, seguidor del Cali, contenía la emoción e iba recitándonos los nombres de los jugadores que ya empezaban a dar brinquitos en la gramilla. Teníamos razones suficientes para pensar que estábamos delante de un sueño cumplido: "Jorge Gallego, Cunda Valencia, Álvarez, Iroldo de Oliveira, Bruno, Chapa Salla, el ‘Tanque’ Olmos…"

Cerca de La Ermita estaba ‘El Rincón de Lucho Bowen’, uno de los centros de serenata que persistiría hasta la Cali Panamericana de los 70; Lucho Bowen había llegado de Ecuador a Cali para encontrar su Dorado. En los barrios populares hervía el vals criollo del Sur, en el cual Bowen se había iniciado con una imitación casi perfecta de su maestro, Olimpo Cárdenas. Cuando este último supo, en Guayaquil, que ‘Bowen triunfaba en Colombia’, lió bártulos y apareció también en Cali. La ecuación de su triunfo potencial era sencilla; si su émulo había encontrado el aplauso, para él estaba ‘pilado’ el camino al triunfo. Una casa disquera invitó a Olimpo para una audición, pues veían la posibilidad de una primera grabación aquí. Al terminar la sesión, Olimpo recibió una respuesta que casi le hace abrir un hueco en la tierra: "Nos parece excelente su voz", le dijeron, "sólo que, es muy obvio que usted imita demasiado a Lucho Bowen…"

A comienzos de los 90, Fred Kaím dio en el clavo con su ‘Café Libro’, en la octava norte. Ahí debutó como DJ la hoy eminente musicóloga caleña Adriana Orejuela,
Con ‘Tu duda y mía’ Olimpo terminó por hacer historia, así como ‘Alma tumaqueña’, la canción de Manuel Benítez Duclerq y Faustino Arias, consagró a Tito Cortés y le abrió la cantera de los barrios de Cali. El aire de Cali en los 60 fue también de ‘Palo Bonito’ y ‘San Fernando’. La radio tenía entonces un concurso llamado ‘El Cantante de los Cien Barrios de Cali’; Radio Uno era la emisora de la Nueva Ola y en Radio El Sol y Radio Reloj, sonaban hasta el cansancio Toña La Negra y Virginia López.

Toda la cuesta que va del río al Hotel Americana, fue conocida en los 70 y parte de los 80 como ‘La Calle del Pecado’; cerca al consulado de los Estados Unidos, estaban los primeros sitios de música caribeña en el centro de la ciudad; el ‘Sheetah’ y ‘Palma Soriano’; contrastaban con el sur de ‘El Escondite’ y el oriente de ‘Cabo Rojeño’, ‘Séptimo Cielo’ y ‘Kon-Tiki’. También en el centro, la terraza del Hotel Petecuy -ya desaparecido- se convirtió en centro de orquestas de Nueva York y Puerto Rico. Ismael Miranda, en su canción dedicada a Colombia, evoca las noches del Petecuy. Por su sala de recibo discurrían Eddie Palmieri, Johnny Pacheco, Pete ‘El Conde’ Rodríguez, la Típica Novel, Héctor Lavoe, Rubén Blades, Oreste Vilato, Roberto Roena, Adalberto Santiago, el Ballet de Amparo Arrebato. Fue ahí donde se alojó por primera vez, la Fania All Stars, para el concierto histórico junto a Los Rodríguez en el Gimnasio del Pueblo.

A comienzos de los 80, el empresario Larry Landa creó en Cali el Club Juan Pachanga, en Juanchito. El nombre del sitio era un homenaje a la canción de Blades que empieza diciendo "Son las cinco de la mañana, y amanece/ Juan Pachanga bien vestido, aparece/ vestido a la última moda y perfumado…" la figura del camaján Caribe. Landa creó también el Carnaval de Juanchito y el Reinado de la Arena. Para inaugurar estos eventos, incluido el club, trajo hasta las riberas del Cauca una orquesta de Nueva Orleans. En aquella noche memorable, mientras los músicos de Luisiana asordinaban sus trompetas con sombreros canotiers, en una mesa departían Celia Cruz, Pedro Knight, Alfredito de La Fe, el Negro Perea y los poetas Octavio Paz, el de Cali, y Luis Fernando Tascón, Taseche, más tarde notable crítico del fenómeno musical Caribe.En la Primera con diecinueve, muy cerca a la estación de policía estaba el Bar de William, también conocido como ‘La Habana’, punto de reunión de las huestes poéticas de la Santiago, la del Valle y el TEC, y un poco más arriba, ‘El chorrito musical’, del Pastuso Burbano, propietario hoy de La Bodega Cubana. En estos dos lugares se cultivaba la ‘ortodoxia del Son’ y no había cabida para más. Así, la cultura matancera se mezclaba con los debates políticos de la época, y de estos participan los intelectuales, los zapateros de San Nicolás y los mecánicos del Barrio Obrero.

En la quinta con quinta, reinó por muchos años ‘La Tortuga’, con un concepto de café libro, recitales, restaurante y música cubana. El lugar ha renacido por estos días con el nombre de ‘Quinta Luna’. Todavía caen los mangos maduros sobre las mesas y el espíritu del poeta Tomás Quintero anda por ahí cuando canta Pablito Milanés. De qué callada manera.

Una especie de ‘modernidad" musical Caribe, dejó atrás a ‘Mis Noches’ y al ‘Costeñita’, a ‘Fantasio’ y al Bar de William, y debutó en el segundo lustro de los 80 con las denominadas Salsotecas, templos de barrio donde se iba sólo a escuchar música y a tomar cerveza. Pionero de esta actividad de difusión musical fue Édgar ‘Gary’ Domínguez, hoy residente en Nueva York, con su inolvidable ‘Taberna Latina’, en la Quinta, frente a la Clínica San Fernando. En el norte, Rafael Quintero animó por varios años ‘Convergencia’, un lugar donde la pasión del bolero que lleva este nombre, se hizo realidad: "Madero de nave que naufragó/ piedra rodando sobre sí misma/ alma doliente vagando a solas/ en playa sola/ así soy yo… La línea recta que convergió, porque la tuya al final, ni dio…" Convergencia definió una época en Cali; en una noche de viernes era posible encontrar ahí a Margarita Rosa de Francisco, Carlos Mayolo, Luis Ospina, Diego Vélez, Óscar Olarte, Diego Pombo, Lela Borrero, Hernando Guerrero, Beto Borja, Anamilena Puerta, Umberto Valverde, Germán Cuervo, Aníbal Arias, Elmo Valencia, el poeta Farías. En el norte también, Richard Yori abrió su ‘Tiempo Libre’ más en la línea del Fort Apache, del Latin Jazz. Desafortunadamente, este espacio tuvo una vida efímera.

A comienzos de los 90, Fred Kaím dio en el clavo con su ‘Café Libro’, en la octava norte. Ahí debutó como DJ la hoy eminente musicóloga caleña Adriana Orejuela, residente en La Habana. Ella es la autora del ‘Cancionero de la Salsa’ y otros textos de obligada consulta en las universidades del mundo.

Anterior al tiempo de ‘Convergencia’ y también en el norte, muy cerca al Colombo Americano, estuvo ‘El Chuzo de Rafa’, un pequeño garaje con las paredes forradas de esterilla donde la melodía emblema era ‘Vámonos pa´l monte’. El ‘Chuzo’, como el bar de ‘Corrompido’ en el suroriente, tenían sus propios personajes; al de Rafa, llegaron los ecos del Túnel de Montería, con el escritor Leopoldo Berdella de La Espriella, quien se quitó la vida en una noche feliz en la colina de San Antonio. 

Podríamos afirmar que la bohemia de los 70 y 80, culmina con el cierre de ‘Convergencia’, la Taberna Latina y ‘Nuestra Herencia’. A esos tiempos les sobreviven ‘Tin Tin Deo’, en el sur, con una línea musical muy al estilo de los años locos de Caliwood, La Bodega Cubana, en la nostalgia de la oración Caribe que definió William en su bar de la Primera con Diecinueve, y ‘Zaperoco’, en el norte, donde el Dj Osman Arias ejerce su cátedra de lírica borinqueña, con la interpretación mímica, y magistral, de diversos instrumentos. Trompeta, saxo, trombón, violín, piano, batería, conga, maracas, nada escapa a su inspiración, y al deseo de ver amanecer en esta ciudad andina, gemela de alma con San Juan, La Habana, Río de Janeiro. El culto a ‘Zaperoco’ tuvo entre sus pioneros a Memo Bejarano.

Es posible que las restricciones de los últimos años hayan dado al traste con el ‘mito de la noche caleña’, pero de ella algo queda; por lo menos estos visos de leyenda y ese perfume de gardenias.

sábado, 21 de febrero de 2015

Charla: Bolero a la Calle

El sábado 28 de febrero estaremos en el parque de Los Almendros
carrera 2 con calle 62 del barrio el Sena (Frente al SuperInter)
A partir de las 4 de la tarde.


Compositor: Jose Benito Barros
Homenaje en sus 100 años de natalicio

Programada por la Secretaría de Cultura Municipal
Dirigida por la Dra. Maria Helena quiñones, la Junta de acción Comunal del barrio el Sena y el gestor cultural, melómano y escritor Rafael María García Orozco.

Un cuento mal contado parido con la rapidez de una tortuga cuando le da hambre y que por esas cosas de la vida

Un cuento mal contado, parido con la rapidez de una tortuga cuando le da hambre y que por esas cosas de la vida, no  puede comer porque su más cercano amigo le ha mandado una de esas recetas para hacer una anti dieta y lograr rebajar los  pesos que abundan en su cuerpo convertidos en grasa y que escasean en su bolsillo de necesidades. La felicidad colma de aplausos al dietista que se inventó esta anti dieta porque logra hacer que los consumidores de esta, logren entrar el baño tres veces por día a  evacuar las letras leídas que lo alimentó  el día anterior porque queda prohibido, al almuerzo,  consumir comestibles que contengan carbohidratos y proteínas al tiempo, sobre todo bocados tan sabrosos como empanadas con ají, pandebono con chocolate, nota: le hizo falta el queso, pan con mermelada, nota: no sé qué le pasa, le hizo falta la mantequilla, pizza hawaiana, sudado ¿de qué? sancocho con buena yuca…¿y los plátanos? . Y ni que hablar del desayuno, le queda prohibido el azúcar, las gaseosas, dulces y otras porquerías parecidas.  Se entiende por carbohidratos: el arroz, papa, avena, plátano, etc…etc…Se entiende por proteínas: pollo, carne, pescado, huevos, frijoles, lentejas, garbanzos, (¡ojo¡) maíz y sus derivados como arepa y tortillas, la leche y sus derivados como queso, yogurt y otros.

Se recomienda consumir siempre bastante agua y comer por lo menos cinco veces al día. Sé que es muy berraco sentarse a la mesa y ver comer a los demás unos exquisitos frijoles con arroz, un sudado de carne, papa y yuca, pero relájese porque su dietista le recomienda entrar en un estado místico para soportar esta experiencia que, sin duda, mejorará su vida llevándolo a un estado de neurosis con posibilidades de morirse al día siguiente sin lograr su cometido.



Ojo, esta anti-dieta se puede violar y, al día siguiente volverla a retomar, consumiendo al escondido alimentos que el dietista le tiene prohibido, pero ¡ojo¡ no culpe a la anti-dieta  de su gordura.

Autor: Rafael María García Orozco

viernes, 20 de febrero de 2015

Charla: Historia del Bolero

Buenos días amigas, amigos, familia y habitantes de la comuna 5

Retomamos nuevamente las charlas-audiciones programadas en el teatrino instalado en el polideportivo del barrio El Sena, CALLE 47 ENTRE CARRERAS 2° Y 3°, frente a las instalaciones del C.C.ÚNICO.


Bolero: Evocación
Compositor: Edmundo Arias


Los esperamos este sábado 21 de febrero a partir de las 4 de la tarde, contando historias y anécdotas alrededor del Bolero.

sábado, 7 de febrero de 2015

Las voces legendarias de Cuba

La Guaracha, la Guajira y el punto cubano le rinden un homenaje a la reina de esta musicalidad cubana, Celina González que junto a su esposo Reutilio Domínguez le dejó a Santiago de Cali un legado musical de melodías cubanas interpretadas con esa cadencia rítmica de melancolía africana, de canto de libertad y de la alegría del guateque campesino cubano trasladados al sentimiento musical de nuestra rumba caleña.

Escuchar y bailar esta música popular cubana que se introdujo, casi de incógnito, en las salas de baile que se establecieron en los barrios Sucre y Obrero, alumbrados con un bombillo rojo en su entrada, empezando los años 50 del siglo pasado, marcándole el paso a una Guaracha que fusiona el patrimonio mitológico africano convirtiéndolo en una musicalidad alegre, hablo de esa composición “A SANTA BÁRBARA” conocida también como “QUE VIVA CHANGÓ” convertida en éxito bailable por las parejas de bailadores que se daban cita en estos espacios. Luego llegaron más éxitos como  "A la reina del mar", "El hijo de Elegua" y "A la caridad del Cobre".



Canciones favoritas del Legendario “Chuzo de Rafa” interpretadas por este reconocido dúo fueron, son y seguirán siendo: “QUIERO MATAR EL DOLOR” del compositor cubano Nelson Navarro y “TAMBORES AFRICANOS” del compositor, cubano también, Julio Blanco Leonard.

Fue el 27 de diciembre de 1984, en el marco de la 27° Feria de Cali, en pleno festival de orquestas donde participaron 23 orquestas nacionales acompañadas por las orquestas internacionales La Sonora Ponceña, El Gran Combo, ambas de Puerto Rico y El Grupo Niche de Colombia. Un hecho apoteósico sucedió cuando el maestro de ceremonia anunció la presentación de una de las mejores voces cubanas de todos los tiempos, escuchada en Santiago de Cali desde finales de los años 40s, todos los asistentes, incluido yo, pensábamos que había fallecido en Cuba, pero no fue así, allí estaba, de pie en la tarima, acompañada por su hijo Lázaro, escuchando la ovación total acompañada de pañuelos blancos como un homenaje que el público en su totalidad le rindió a la reina del guateque cubano, CELINA GONZALEZ.

El barrio Obrero se estremeció de felicidad cuando ese 6 de enero, y como gesto de gratitud, Celina acompañó al cumpleaños de la abuela de sus empresarios Benhur y Marlene Lozada, mandó a pedir los instrumentos musicales, la amplificación llegó y los habitantes del barrio Obrero se sintieron correspondidos por haberle abierto las puertas a esa musicalidad que llegó… por allá… en los años 50 del siglo pasado.