Un cuento mal contado, parido con la rapidez de una tortuga cuando le da hambre y que por esas cosas de la vida, no puede comer porque su más cercano amigo le ha mandado una de esas recetas para hacer una anti dieta y lograr rebajar los pesos que abundan en su cuerpo convertidos en grasa y que escasean en su bolsillo de necesidades. La felicidad colma de aplausos al dietista que se inventó esta anti dieta porque logra hacer que los consumidores de esta, logren entrar el baño tres veces por día a evacuar las letras leídas que lo alimentó el día anterior porque queda prohibido, al almuerzo, consumir comestibles que contengan carbohidratos y proteínas al tiempo, sobre todo bocados tan sabrosos como empanadas con ají, pandebono con chocolate, nota: le hizo falta el queso, pan con mermelada, nota: no sé qué le pasa, le hizo falta la mantequilla, pizza hawaiana, sudado ¿de qué? sancocho con buena yuca…¿y los plátanos? . Y ni que hablar del desayuno, le queda prohibido el azúcar, las gaseosas, dulces y otras porquerías parecidas. Se entiende por carbohidratos: el arroz, papa, avena, plátano, etc…etc…Se entiende por proteínas: pollo, carne, pescado, huevos, frijoles, lentejas, garbanzos, (¡ojo¡) maíz y sus derivados como arepa y tortillas, la leche y sus derivados como queso, yogurt y otros.
Se recomienda consumir siempre bastante agua y comer por lo menos cinco veces al día. Sé que es muy berraco sentarse a la mesa y ver comer a los demás unos exquisitos frijoles con arroz, un sudado de carne, papa y yuca, pero relájese porque su dietista le recomienda entrar en un estado místico para soportar esta experiencia que, sin duda, mejorará su vida llevándolo a un estado de neurosis con posibilidades de morirse al día siguiente sin lograr su cometido.
Ojo, esta anti-dieta se puede violar y, al día siguiente volverla a retomar, consumiendo al escondido alimentos que el dietista le tiene prohibido, pero ¡ojo¡ no culpe a la anti-dieta de su gordura.
Autor: Rafael María García Orozco
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